Libros de ocasión
Propietario: Karl Konrad Koreander
Ésta era la inscripción que había en la puerta de cristal de una tiendecita, pero naturalmente sólo se veía así cuando se miraba a la calle, a través del cristal, desde el interior en penumbra.
Fuera hacía una mañana fría y gris de noviembre, y llovía a cántaros. No había nadie en la calle, sólo algún coche. Se quedó mirando la inscripción de aquél cristal, cómo si nunca la hubiera visto antes. Sujetaba su guitarra debajo el pequeño espacio que el toldo de la tienda protegía de la lluvia, pero él se estaba mojando y aún así seguía ahí parado. Pensaba ir a ver a Karl, pero le daba miedo entrar, temía que llamara a sus padres y entonces tendría que volver a casa...
Después de dirigir una mirada de preocupación a su preciado instrumento, miró al semáforo del otro lado de la calle, estaba verde. Y se puso a correr hasta la tienda de música, y entró sin pensárselo.
Llevaba una chaqueta roja oscurecida por el agua que su abuela le había regalado y unos tejanos que su madre no le dejó ponerse nunca porque "estaban viejos" según ella, pero a él le encantaban, y tenía miedo porque era la primera vez que hacía algo sin el permiso de su madre, pero a la vez estaba emocionado. Jack se quedó contemplando la tienda, le encantaba mirar todos los instrumentos de la entrada, algunas de las guitarras que había allí ya las había visto, porque para ir a la sección de los violines se tenía que pasar, pero su madre nunca le había dejado entrar. A él le gustaba tocar el bajo y la guitarra. Estaba harto del violín, no porqué no le gustase, sino porqué desde pequeño estaba obligado a tocarlo y necesitaba algo más. Con más fuerza, más divertido que el violín, y su pasión era la guitarra.
Interrumpió sus pensamientos y miró a su alrededor. La tienda estaba abierta pero no había nadie. Poco a poco se acercó a la puerta que llevaba a un sitio lleno de instrumentos de todo tipo y otro con CDs, y más habitaciones de cosas relacionadas con la música. Jack lo sabía porqué había oído unas chicas hablando en la calle mientras él estaba en su jardín, y se quedó escuchando sin que nadie de la casa se enterara. Desde aquél momento deseaba ir allí. Igual que muchas veces había visto niños de su edad en la calle que jugaban a pelota con sus amigos, que llevaban ropa de deporte y se ensuciaban, y se lo pasaban bien, Jack también quería jugar con ellos y no con la gente aburrida del circulo social de su madre. Tampoco dejaba que llevara ropa según ella ordinaria porque “era para los niños que no tienen dinero”, y él quería. Abrió lentamente la puerta y vio a un hombre despidiéndose de otro, en la sala había instrumentos de todo tipo y una mesa. Unos de los hombres se marchó cruzándose con Jack y lo saludó. Él sonrió y entró en la habitación, mirando a su alrededor. El hombre que aún estaba en la sala llevaba unos tejanos gastados y una camiseta negra, aunque hacía un poco de frío. Empezaron a hablar. El hombre, llamado Chris, le explicó que se encargaba de esa parte de la tienda, y Jack le preguntó sobre todos los instrumentos que no sabía. “Esta es la primera de todas las cosas que voy a hacer a partir de ahora y siempre he querido” Pensó Jack. Chris era muy simpático y se llevaron bien.
Pensaba llamar a su padre. Sí, conseguiría el teléfono de su padre y se iría con él, a vivir, para siempre, y haría todas las cosas que no podía haber echo hasta ahora.
dimarts, 5 de gener del 2010
El comienzo de la imaginación
Publicat per Laura a 7:50 0 comentaris
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